sábado, 12 de marzo de 2011

Quizà a Veracruz


Cuando llego, la luz de tu habitación se encuentra apagada, y siento una especie de frío... el mismo frío helado que sentí esa madrugada, para que después una llamada me confirmara una especie de mal presentimiento.



Ahora son las cosas tan distintas... todavía recuerdo las ocasiones en que llegué tarde del periòdicol, por querer revisar y revisar mi texto para que no hubiera problema, para que se fuera impecable, para que no me molestaran... o la vez que llegué a la una de la mañana por unas grabaciones en la TV, en esa ocasión te encontrabas tan fùrico que tu silencio pesó más que cien mil palabras.



En esas veces en las que no me importaba llegar tarde con tal de que quedara bien el trabajo, o para no perderme lo que no se podía perder como aprendiz de periodista.... todas esas veces me esperaste... todas absolutamente todas , según tú enojado, con una careta, que en el fondo no escondía más que preocupación, porque no llegaba la menor de la casa...



Entonces yo no entendía... me enojaba , pero más allá de todo sentía  el calor de quien te quiere por sobre todas las cosas, porque simplemente eres la niña de sus ojos, así sin más ...



Pero así es esto... son cosas a las que uno se tiene que acostumbrar... y todavía no me hago a la idea de que te fuiste sin retorno, para mí en realidad te marchaste a un viaje largo, larguísimo, quizá estás allá en Veracruz... al que tanto querías porque fuiste cadete de la naval, porque te gustan los barcos y el Café Parroquia, o estás talvez en Paris, la ciudad en la que te capacitaron por un año para venir a implementar cosas innovadoras en la empresa en la que durante muchos años trabajaste  y de la cual tanto te enorgullecía hablar..