Hoy estoy medio desvelada y el clima no es muy alentador, ameneció lloviendo.
Sin embargo, con la ayuda de una grua, me levanté para ir a clase de fotografía y Diosito sabe el trabajo sobrehumano que hice. Casí , casí, me tuve que poner palillos en los ojos, para no cerrarlos.
Me tocaba llevar material para un bodegón a color y no podía faltar. Llegúe tardisímo al cuarto para las ocho, cuando la clase es a las siete. Bueno más vale tarde que nunca. ¿A poco no? Pero que lata levantarse un sábado, después de un viernes en un bar con mis amigas y de una semana de trabajo. Pero lo bailado quien me lo quita. ¿No?
La verdad y ya hacía falta verlas. A mis amigas entrañables, esta vez si no podía evitar una cancelación, lo que es que Olanda, me deja de hablar, si la ocasión pasada falté a su cumpleaños se sintió. No, lo que es que ahora si no me la acabo.
Y si, en verdad que amigas, las de la escuela, con las que conviviste, con las que bromeaste, con las que tuviste pláticas interminables , las que te dan un buen consejo y son distintas de ti, pero están ahí para los buenos momentos y los malos ratos.
Ayer fue una noche de parranda, de nostalgias, de gusto por estar todas terminando ciclos u feliz con un trabajo.
Ojalá se repita más veces.
Con las amigas eres francamente tu, sin protocolos como en el trabajo, ni tampoco con compentencias.
Pero bueno ya estaremos celebrado el bebe de Anita a su tiempo o la inauguración del negocio de Olanda.
Las quiero mucho.