miércoles, 18 de noviembre de 2009

Reencuentros



Tenía un algo de sensual… siempre lo tuvo y reencontrarse así tan de pronto…

Seguía casi igual, aunque sí, había otra cosa que lo hacía ver más experimentado.

No dejó de sonreír, mientras él, la descubrió desde lejos.

Luego esa misma sensación, la misma en el vientre que le provocaba querer reír más, para llenar ese algo de nostalgia que pensó olvidado...

Y ahí estaba ella, fingiendo ponerle atención a un tipo que le habían recién presentado, que parecía interesante y que le aburrió sin querer en el instante en el que tropezó con un rostro de hacía tiempo.

Entonces, quiso salir huyendo del lugar, le dolía recordar; pero estando ahí, teniéndolo cerca, después de tanto tiempo… un dejo de curiosidad la hizo permanecer sentada.

Sabía que él no se acercaría, lo conocía tan bien, así que trató de concentrarse en la plática del otro y en sus amigos, pero después de largo rato, se dio cuenta que no se estaba divirtiendo.

Pretextó un dolor de cabeza y se despidió de todos…

Luego, ya fuera del lugar esperando su auto, una duda maliciosa la hizo titubear.

Si se sinceraba, nunca dejó de gustarle, ni siquiera dejó de pensarlo, y sin querer, lo comparó con otros. Después de él, había roto corazones y otros tantos, le habían destrozado el suyo, para después refugiarse en recordar su sentido del humor o la forma en que podían sonreír sus ojos.

Y ahora que una casualidad fortuita, los reunía, tomaba la decisión de marcharse.

Así que ya estaba por conducir su auto y arrancar, cuando una voz conocida, la hizo girar su rostro… y lo observó así como siempre, con la misma mueca traviesa de niño reprendido.

Entonces, no supo si abrazarlo, si sonreírle, si sólo saludarlo y decirle hasta siempre.

Nadie le perdonó tanto sus caprichos, ni la buscó con tantos pretextos y de pronto, la pregunta rondándola.

Si daba un paso más… la incertidumbre confundiéndola…

Después él sonriendo, buscándola, inventando la oportunidad para de una vez por todas acercarse.

¿Tendrás un cigarrillo?

Luego su pelo castaño cayéndole sobre la frente tras la llama del encendedor. De verdad que era guapo y siempre aquel misterio, que no era más que un círculo impreciso.

Y ahí estaba la noche dispuesta para cualquier cosa, ella con aquel vestido negro que le sentaba tan bien y la boca de de él , escudriñando una sonrisa para ver si podía romper el preámbulo.

- ¿Hace cuánto tiempo, que no?
- Que no nos vemos… completó ella la frase.

De pronto supo que muchas coincidencias son para tomarlas de un tajo, para no averiguar porqué están ahí y abrirlas como un regalo.

Así que no se admiró en pensar que podía terminar la noche con el pelo revuelto, con las sábanas en desorden y con ese hombre que pensó tan olvidado como un libro dolorosamente extraviado.

Por eso mismo cuando ambos estuvieron en aquella habitación espaciosa, no experimentó la culpa que tres años atrás le habría carcomido las entrañas.

Simplemente se dejó seducir con esa ternura animal de él… arrancándole casi el vestido que le estorbaba, atento a cada reacción de ella, los cuerpos de ambos haciéndose una trenza… para volver a comenzar, hasta que cada uno se colonizara con el olor del otro.

Y luego después de aquello, poderse adueñar de cada uno de los trozos de esa noche, hasta reunir todos los fragmentos para ella sola… las pupilas color miel tan dilatadas, su humedad y el miembro de él bañándole los muslos, para volverse a adueñar de sus espaldas y de una boca sediciosa que era difícil de olvidar.

Lo observó aún dormido, increíblemente egoísta entregado a su sueño, con el pelo castaño desparpajado sobre la almohada; parecía un niño malcriado ideando otra diablura.

Le volvió a gustar completo, sin embargo sabía que todo terminaba ahí, en esa mañana… aunque aquella noche se la llevaría para rememorarla hasta el cansancio en una tarde tediosa o en esas reuniones aburridas en donde el protocolo son las apariencias y las familias felices.

Ya estaba por levantarse de la cama cuando él abrió los ojos, para continuar con aquel cortejo.

Sería quizá la última vez que se vieran, que coincidieran con la situación a su favor. Por eso mismo cuando cada uno arrancó su coche, no sintió la melancolía añeja de hacía años porque todo quedaba ahí, en esa noche.

Adiós, dijo en silencio cuando el otro auto dio vuelta en la esquina, mientras sonreía como si aquello hubiese sido una travesura, recordando que la semana siguiente tendría que partir a la Universidad de Oaxaca, para una conferencia.

1 comentario:

Agnes Milk dijo...

"una duda maliciosa"...

¿tener un cigarrillo? ¿hace cuànto tiempo?

Huìr de alguien, si se tuviese la seguridad de aquella duda maliciosa, ¿serìa mejor quedarse?


Esto que sigue me encantó:


Simplemente se dejó seducir con esa ternura animal de él… arrancándole casi el vestido que le estorbaba, atento a cada reacción de ella, los cuerpos de ambos haciéndose una trenza… para volver a comenzar, hasta que cada uno se colonizara con el olor del otro.

Y luego después de aquello, poderse adueñar de cada uno de los trozos de esa noche, hasta reunir todos los fragmentos para ella sola… las pupilas color miel tan dilatadas, su humedad y el miembro de él bañándole los muslos, para volverse a adueñar de sus espaldas y de una boca sediciosa que era difícil de olvidar.