Y así sin más dejó de
justificarle, sus ausencias, sus dolencias ; en un sólo momento
abandonó la idealización sobre su
presencia.
Ya no deseo derretir la frialdad
de él, ni lo vio ya
como a
un reto, porque en realidad a ella le gustaba la pasión, con una pizca de conquista...
En un momento, se cansó de tener paciencia, de esperar,
porque ella deseaba lo inesperado,
lo impredecible, sentirse resguardada por alguien más fuerte que
ella, alguien rudo
pero también dulce, para que pudiera inspirarla para seguir
y seguir escribiendo ...