ELLA Y ÉL

De repente extrañó las cosas más mínimas, hasta su regreso de su trabajo a su casa cuando era mejor ya tomar un taxi, porque eran las diez de la noche.
Le gustaba el trabajo bajo presión, le agradaba cuando la noticia giraba , daba un vuelco y entonces había que cambiarse el texto, la información.

Las mejores horas fueron esas, la máquina a todo vapor y la noticia que cambiaba… Indagar, investigar, al momento, para ella, ese era el periodismo y por eso lo fascinante.

Pero también había días, días que no le gustaban, en los que refritearse una nota, la hacía sentir oxidada; sobre todo porque si existía cosa que podía matarla era la monotonía, de estar encerrada en una oficina más de ocho horas , copiando una nota y “ dándole la vuelta” ( como alguien le dijo alguna vez) para que nadie se diera cuenta.

Sin embargo, todavía estaba ahí, el preciso instante… Dicen que quedarse duele, pero a ella le dolió marcharse.
Todo fue muy rápido, tan apresurado. De repente el vértigo, una llamada y una despedida para siempre.

Luego decirle adiós a él. No supo el porqué le dolió tanto… un rompecabezas, un abrazo frío, su sonrisa y el desahogo de ella.

¡Carajo¡ como le fascinaba, lo había descubierto a veces concentrado ultimando detalles para la edición del día siguiente.

Interesante, tan buen tipo.
Jugando a recordar, se le hizo manía juntar el par de su sonrisa y sus ojos, que lo hacían tan guapo.

Extrañaba encontrárselo en los pasillos, extrañaba sus inventos para verlo…

Les hizo falta tiempo. A ella para engancharlo y a él para conocerla. Les hizo falta tiempo para un café por la tarde, para escucharse, para reírse, para enamorarse. Para una cita...

Pero también puedes seguir escribiendo conmigo cada quince días- dijo él, cuando ella se iba para siempre.

( Escribí esto, que después de unos meses se olvidará, pero era importante narrarlo , porque estaba atorada con La tía Lala, simplemente no podía continuarla. A veces también es importante, ser sincera y escribirlo en un papel en blanco)